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Viviendo la vida lenta

Continuando con mi viaje por Asia, me dirigí a los Alpes japoneses después de unos días en Tokio. Iba a pasar un mes en Okubo, un pequeño pueblo bastante alejado de mi rutina de vida cuando vivía en Barcelona.

Quería salir de mi zona de confort. Este realmente iba a ser el caso, y mucho más de lo que podía imaginar.

Por supuesto, el lugar era diferente, pero el cambio más importante fue el cambio de ritmo.

La vida en los Alpes japoneses no conoce la velocidad. Y más aún en mis circunstancias. No tenía coche y la única manera de llegar al pueblo más cercano era a pie o en autobús, el último de los cuales salía a las ocho de la mañana.

Rápidamente me enfrenté a la vida lenta.

En un entorno sin medios de transporte modernos a mi disposición, todo toma mucho más tiempo. Esto dejó más espacio para la introspección. En cierto modo me recordó las historias que contaba mi abuela cuando caminaba al pueblo vecino.

Durante los primeros días de mi estancia me sentí frustrada por no poder desplazarme como estaba acostumbrada. Luego dejé de preocuparme y me adapté, quisiera o no, a la naturaleza y al clima.

Mi inmersión en el entorno natural me hizo darme cuenta de que, como habitante de la ciudad, he perdido conexión con la naturaleza. No vivo a su ritmo y el llamado progreso me impide depender demasiado de ella.

Para ser honesta, puedo hablar de ello hoy, pero en ese momento estaba confundida y me costaba razonar sobre lo que estaba viviendo.

La vida lenta fue una experiencia interesante pero afortunadamente de corta duración. Lo admito, me resultaría difícil vivir en esas condiciones a largo plazo. Me gusta y necesito estimulación, y el lugar no era lo suficientemente estimulante para mí.

Terminé cogiendo el autobús temprano en muchas ocasiones. Exploré esta región montañosa y descubrí los famosos baños de selva. Todos estos lugares, muy inspiradores, me recordaron a los paisajes representados en Ukiyo-e, estas estampas japonesas que aprecio mucho.

1 comentario

  • Bonjour Christelle,

    Nous venons de nous rencontrer à la Grande Motte où j’ai acheté quelques échantillons dont celui-ci… j’adore, absolument, son odeur est divine, on dirait de la fleur tout juste coupée. Il tient très bien sur ma peau. J’aimerais le prendre dans un format plus grand ; le proposes tu en ligne ? Je te remercie et à bientôt, Élodie

    Vernet

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